ENTRE NOSOTROS



Aquella noche, lejana y única, andando solo un perdido camino, encontré algo. Era muy diminuto, brillaba con luz propia, intensa y celeste, se movía lentamente. La tentación fue mayor que la prudencia, Levanté ese tan bello y pequeño brillo y lo guardé en una caja de fósforos vacía.
El tiempo, sin descanso, hacía su trabajo, y aquel insignificante brillo celeste comenzaba a crecer, día a día , hasta que una mañana, y a la hora habitual a la que yo me atrevía mirar dentro de la caja de fósforos, descubrí con algo de asombro que había crecido tanto que en la cajita de cartón ya no entraba.
Sin dudarlo y con el más celoso de los cuidados, pasé la criatura, por llamar de algún modo al bello brillante, a una caja vacía de zapatos. Allí comenzó a andar y su luz dejó de ser estática para transformarse en el más precioso caleidoscopio que en mi vida hubiese visto. Pero que hermosura, podía uno quedarse horas mirando y la sensación de vida crecía, ..sí, ...crecía. En ese espectro de colores irrepetibles uno tras otro la conciencia mutaba a sueños y la vida era ajena.
Su tamaño aun no me dejaba saber que era. Miré, busqué datos en bibliotecas, libros nuevos y libros ya amarillos por su propia vejez. Nada encontraba.
El reloj no atrasaba ni adelantaba, solo hacía su trabajo, y la criatura siguió creciendo de forma tal, que ya la caja de zapatos era pequeña para ella. El lugar más apropiado que encontré fue dentro de un viejo guardarropa.
Siguió creciendo, ya se alcanzaban a ver entre tanto brillo y color algo que se asemejaba a una caparazón, tal vez alas plegadas, no lo sé. Era brillante. Era bello.
El calendario no perdona y aquella criatura no podía dejar de crecer. Y, llegó ese día. El guardarropa le resultaba pequeño. Recorrí toda la casa, y nada,  No encontraba el lugar conveniente. Recordé la cueva en la roca, donde solíamos jugar de niños con mis amigos. Estaba a unos pasos detrás de la casa. Cerca, lo suficientemente cerca. Mudé allí a la cada día más bella criatura.
Los años habían pasado, yo estaba estudiando mi carrera universitaria, la criatura cada día más hermosa, el brillo, digno del más lujoso de los diamantes pulidos, las luces y sus colores que nunca eran iguales. Una danza que atacaba directo al corazón. No se podía dejar de querer tanta belleza.
La casualidad hizo que un día en la biblioteca de la universidad, callera en mis manos un libro de filosofía. Y... mayúscula sorpresa. Allí estaba su dibujo, el nombre. Tantos años y la casualidad despeja mi gran duda.
Ya dejó de ser secreto, puedo contarlo a todo el mundo, en todas las casas alguien la tiene. Salí corriendo antes de que anochezca. Llegué, agitado, entré y fui directo a la cueva. Allí estaba parada sobre sus cortas patas y por primera vez emitió un sonido.

.- Que pena, entre nosotros, dijo.
...Sus luces comenzaban a perder brillo, su figura ahora borroza se debilitaba.
Fue entonces que sacó de entre sus pliegues luminosos un cuchillo y sin más lo clavó en el medio de mi pecho.

...Agonizante, grité, ¿ Porque ?;... tanto tiempo; tanta vida
...La criatura, voz apagada ya en ultimo intento...derrama un:
...Entre nosotros...
...Así se queda...
...Un amor, único e irrepetible...


FERNANDO DI FILIPPO

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