AHORA
Arrima el hombro para morir ahora, que los dos
somos tristes. No quiero una muerte de lápida y barro, aspiro morir y que de mi
boca germinen atormentadas aristas, pues la hiedra se extiende sobre mis memorias
y mi gélida lengua calma los narcóticos desfigurados
de tu escote. Intento infructuosamente acertar tu espacio, déjame morir quebrado
al menos en tus refugios, ayúdame, atranca mis pulmones, déjame sin suspiro. Ahora
que la lira destila el veneno, ábreme los espacios, entra gota a gota en las vetas
de mi sangre. Cuadro descolado, parra de la noche que no se mueve, ácido fruto
de escarcha, fantoche del destino. Ayúdame a morir, se mi pañuelo, mi luz
en la punción oscura, no consientas mi miseria sobre un guijarro y el olvido. Ahora,
esperándote, ven humilde locura, perfume de extracto que emborrachándome de ti, morirán
mis penas y yo con ellas.
FERNANDO DI FILIPPO