HASTA MAÑANA
Resignó caer el poeta moribundo la
cabeza en el hombro de su amada; miró el mar, miró el cielo, miró el mundo, y a
todo dijo adiós con la mirada.
Y miró el sol sin parpadear, sin desasosiego, al sol que renunciaba en ese instante, y habló así, señalando con su dedo el disco del sangriento moribundo:
Y miró el sol sin parpadear, sin desasosiego, al sol que renunciaba en ese instante, y habló así, señalando con su dedo el disco del sangriento moribundo:
Ese sol todo luz, todo energías, volverá
con su faz, siempre excesiva, al nacer, a decirte: «buenos días», y a decirte
al morir: «hasta mañana».
J. Flores
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Gracias por haber sido tan generosos.
Con todo cariño y hasta alguna vez.
Fernando Di Filippo